Un hombre llamado Stephen Blumberg, oriundo de Minnesota, fue detenido en
1990 por haber robado más de 23.600 libros, valuados en 5,3 millones de
dólares. Un lustro después, el inglés Duncan Jevons fue condenado por un delito
parecido, aunque superó con creces la marca de Blumberg: guardaba en el sótano
de su casa más de 52.000 libros, robados a lo largo de tres décadas.
La bibliocleptomanía de Jevons era tan irracional que lo llevó a
robar dos veces la colección completa (27 tomos) de la Enciclopedia
Británica de un mismo convento de monjas. La robó, las monjas la
repusieron y él regresó cuatro años después y se la volvió a llevar. Jevons
había estudiado teología y filosofía en su juventud.